Porque las piedras que aparecen en el camino, son grandes obstáculos, que nos hacen cambiar, transformarnos y lo más importante... Nos hacen darnos cuenta de lo que verdaderamente merece la pena o no en esta vida. Parece que nacemos con unas reglas concebidas desde pequeños y que no nos las podemos saltar a la torera. Por favor, esto no puede ser bueno, ni tan siquiera para el más insignificante ser de nuestro ansiado mundo. Si sólo nacemos para seguir lo que está ahí marcado y no le podemos dar ni nuestro toque personal... ¿qué sentido tiene nuestra vida entonces?... ¿qué nos importa?
Vivir y ser feliz, sí, siendo consciente de la realidad... ¡cómo cuesta y cuántas veces nos llamarán raros!, por pensar que esta realidad es lo que nosotros estamos viviendo, porque es la que queremos vivir. Hemos ido evolucionando hacia donde nosotros hemos querido y nos damos cuenta, de que la sociedad que creamos no es la mejor, pero quizá tampoco la peor, sólamente necesita de una transformación. Pero ¿cómo es posible, que en pleno siglo XXI, cuando más evolucionados, cuando se supone vivimos, vestimos, viajamos y comemos mejor, es cuando peor lo estamos pasando todos? Para mí hay un único pensamiento y una única reflexión:
Doy gracias a la vida, por haberme dado cuenta de que mi mochila pesaba demasiado, que debía aligerarla. Que las personas van pasando y son señales y signos que Dios nos envía, nos pone en el camino; son señales, signos vivos de que estamos aquí y caminamos por algo.
Que cada día es único y debemos aprovecharlo como tal, no sólo porque mañana nos vayamos a morir, sino porque de nada sirve esperar a hacer lo que debemos hacer por el mañana, sino porque hoy también podemos colaborar un poquito.
Que la constancia y la paciencia son las mejores herramientas que me ayudan a seguir adelante y porque sin ellas, mi sonrisa ya no estaría en mi cara.
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