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jueves, 17 de septiembre de 2015

Mi pequeño homenaje a los celiacos #quenopare

Sin gluten... Por favor #quenopare
¡¡¡Porque somos Celiacos, tenemos una enfermedad crónica. Nuestra alimentación no es un lujo!!!

El día a día de un celiaco comienza como el de todos. En mi caso, yo me preparo mis tostadas de pan sin gluten, por supuesto en la sartén, porque me gustan más que en el tostador. Así con su aceitito en ellas y luego, cuando están en su punto, un par de lonchas de jamón encima del pan. ¡Qué más se puede pedir!. Y luego mi piscina de café con leche. Ese rico aroma que desprende la cafetera mientras sube el café y al mezclarlo con la leche, tiene ese sabor característico del buen café recién hecho.
Hasta aquí, parece muy fácil ser celiaco... Pero ¿qué pasa si por lo que fuera, un día no puedes desayunar tu café y tus tostadas con jamón en tu casa?. Pues simplemente que ese día, no podrás desayunar, mas que un café con leche. Porque hoy en día, aún no estamos preparados para que en cualquier sitio, puedas desayunar unas tostadas sin gluten, o un bollo o croasan, ni siquiera unas simples galletas maría. Quizá sí un pincho de tortilla y entonces le preguntas: por favor, ¿podría decirme si el aceite de las patatas era limpio o de freidora? Y el del bar, ¡te mira con una cara de mala baba!...
Con la comida es más fácil, porque siempre encontrarás en el menú del día de cualquier bar o restaurante, una ensalada o un filete de carne o pescado a la plancha y luego de postre, tu fruta del tiempo o yogur... ¡Jope, cuánta variedad! Y así un día y otro, cada vez que vas a comer por ahí. O si no, comer sin pan, porque puede que haya comida sin gluten, pero el pan sin gluten..., ¡en qué pocos sitios existe!.
La vida cotidiana de un celiaco se complica y mucho y no nos morimos en el día porque comamos algo que nos afecte, no, eso es verdad, pero sí nos ponemos malitos, porque estamos enfermos. No es que queramos llevar una dieta sin gluten, simplemente porque nos apetece o nos guste más comer así ¡qué más quisiera yo que comerme un buen bocata de chorizo con un buen pan de pueblo!.
Y como nos suelen preguntar,... Si lo comes una vez ¿qué te pasa?. Bueno en realidad, un celiaco no se va a morir de inmediato, por comer algo con gluten o con trazas de él. Pero el cólico por el que tienes que pasar después de haber comido algo que no estaba lo suficientemente apropiado para tu alimentación, te cuesta un gran dolor de barriga o vómitos, cada uno dependiendo de su organismo. Porque las que verdaderamente se resienten cada vez más, son las vellosidades intestinales que de por sí, ya están más dañadas de lo normal.
Así que el gluten para mí, es malo, ¡vaya si lo es!, pero porque mi organismo no lo tolera. Y esto es una enfermedad, no es una elección que yo he hecho. Y los celiacos, hemos de pagar de nuestro bolsillo, nuestros productos sin gluten u optar por otras alternativas. Por ejemplo, para hacer un pan un poco más decente, te puedes comprar una panificadora y el pan te sabe más casero. O compras un buen pan, que depende de la marca que sea, no te libras de pagar 3 euros, como mínimo.
Y ya no hablemos de pasta, bollería,... Un verdadero artículo de lujo. Y yo me cuestiono una y otra vez y hago la siguiente reflexión para hacer pensar: Si muchas veces entran por la Seguridad Social, operaciones, medicaciones,... que no son por una enfermedad, aunque sí lo sean por necesidad, ¿por qué a los celiacos que estamos enfermos no nos paga la Seguridad Social nuestra comida? Porque no es una medicina, ya lo sé, pero sí es una necesidad.
La vida cotidiana de un celiaco, se convierte en un afán de subsistir sin muchas cosas, primero porque no saben igual a las que tienen gluten y por otra, porque nos tenemos que privar de ellas.
Sobra decir, que de momento, ser hoy día celiaco, es sinónimo de artículo de lujo, por eso me conformaré, con seguir desayunando y comiendo bien en mi casa y si voy al bar, me tomaré un café, y reclamar allá donde vaya: ¡sin gluten por favor!. #quenopare

Parte del relato de Olga Hernández publicado en:
La Vida Cotidiana - Relatos - Nº 65
ISBN: 978-84-943743-8-8

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